viernes, 24 de octubre de 2014

Sobre el dogma del trabajo

Trabajad, trabajad, proletarios, para aumentar la fortuna social y vuestras miserias
individuales; trabajad, trabajad para que, haciéndoos cada vez más pobres, tengáis más
razón de trabajar y de ser miserables. Tal es la ley inexorable de la producción
capitalista.
Paul Lafargue

Se ha dicho mucho sobre el siglo XXI, sobre sus avances tecnológicos, sus grandes pasos en cuanto a comunicación, redes sociales, acceso a la información, medios y procesos médicos avanzados que parecen milagrosos. ¡Ay! Han de decir del hombre que parece se emparenta cada vez más con esas deidades a las que sigue alabando. Pero el hombre no ha cambiado en mucho, o en nada, más si recurro a compararlo con deidades que siguen adorando.

Yo sigo viendo los mismos problemas de 1800 sobre el trabajo. Y peor aún, hay leyes que protegen a los explotadores que ahora solo son llamados empresarios y los esclavos que pasaron a ser obreros ahora son empleados temporales o subcontratados ¿Qué diferencia existe entonces?

De que le sirve al hombre todas esas ventajas sobre la tecnología que ha adquirido y desarrollado, si simple y llanamente seguimos sin ser tratados como seres humanos. Ya no por terceros sino por nosotros mismos. A qué sistema tan podrido y circular nos hemos entregado para matarnos 10 horas diarias trabajando para consumir lo que no necesitamos y enfermarnos de algo que nos seguirá reduciendo ingresos… “ingresos”.

Lo único que somos es esclavos, esa es la palabra. Esclavos de una clase dominante que no necesariamente se llama burguesía. Estamos podridos hasta el tuétano cuando se ve como una virtud el ser una persona “trabajadora”. Como si el trabajo glorificara y peor aún, justificara nuestra existencia. Ese es el pensar de los explotadores, de los autómatas. Que nacimos para trabajar, sino para que. Mas cuando nos regodeamos dentro de los enceres del capitalismo con sumo orgullo. Puesto que a mayor nivel adquisitivo mayor valor personal. Por eso digo, que ya ni siquiera es necesario que una persona no nos vea como seres humanos cuando nosotros mismos ya no percibimos que es ser uno.

Y ahora resulta que el ocio, el fruto del pensar —porque es en el ocio cuando el hombre piensa— es un delito social. El ocioso se tiene hoy por un parásito de la comunidad. Cuando es la comunidad misma la que está podrida, alabando al Dios Todoasqueroso y explotador del progreso: el Trabajo.

Cherbuliez, lo dice claro: “Los trabajadores, al cooperar con la acumulación de capitales productivos, contribuyen por sí mismos al acontecimiento que, tarde o temprano, deberá privarles de una parte de sus salarios.”

Hoy por hoy cada trabajador le es robado parte del dinero que produce. Y bueno, producir es una palabra para referirse a esto, ya que las ganancias netas percibidas por la mano del trabajador son superiores al mísero salario recibido al cual aun se le restan de él, prestaciones que debieran ser absorbidas por el empleador. Parecería una simple cantidad, una minúscula porción, pero es ese dinero descontado para pagar impuestos como el ISR (Impuesto sobre la renta), el Seguro Social (que de social solo tiene la carencia de humanidad de la sociedad misma) y las Afores, aportaciones al gobierno que termina convirtiendo en capital revolvente para generar ganancias en base a la especulación financiera. Pero que se nos vende por beneficio propio, realmente ¿es un beneficio propio?

Hemos alimentado un sistema anquilosado ya no solo desde el punto de vista económico, como es el capitalismo sino  podrido también desde el lado humanista. Estas simples tácticas dentro del ambiente laboral son solo el preámbulo de prácticas que rayan en la esclavitud y que pareciera a veces —si es que nos las otorgasen— fuesen un favor. Existe ahora dentro de las empresas una obsesión con la exactitud dentro de la que se engloba el tiempo. Aun si un trabajador laborara una jornada de 10 horas pero hubiese llegado 15 minutos tarde a su jornada se le descontara dicho retraso. Cuando en relación a su producción el descuento no es acorde. Aunado a eso, el tiempo como dije parece una obsesión pues se les tiene medido el tiempo a los trabajadores para ir al baño… si "ir al baño" y un tiempo delimitado y fijo para comer. Ahora resulta que las necesidades básicas del hombre tienen que adaptarse a las exigencias de una actividad que no respeta lo más esencial, lo humano. Y la cosa se pone peor aun cuando el empleado llega a enfermase, como si de una maquina se tratase (recuerdo supongo de la idea industrial). Ya que no solo existen trabas sino discriminación, vejaciones y atención deplorable en un sistema médico que recibe millones de pesos y que no todos sus acreedores utilizan dicho servicio por su conocido pésimo trato. Y todos estos atropellos por dos míseros salarios mínimos que alcanzan cada vez para menos por los constantes aumentos del precio de la canasta básica y de los combustibles fósiles.

Resulta irrisorio que la Secretaria de Hacienda y Crédito Público culpe a la falta de productividad de los empleados como origen de la pobreza. Según este órgano gubernamental, es por la falta de productividad que uno persona es pobre.

Hoy por hoy, en este alabado siglo XXI los gobiernos mundiales han cedido ante el pensamiento y las practicas de un grupo de explotadores/caciques/señores feudales y peor aún, de un pensamiento monetario y cuantitativo sobre las cosas que atropella sin miramientos los derechos del hombre.

Hoy los humanos debiésemos sentirnos agradecidos de ser empleados por un sistema explotador, de sobre contratación que evade los mínimos derechos del hombre, ya no por lógica sino los burdamente asentados en sus constituciones. Para ser un buen hombre hoy, en esta sociedad, ha de aspirarse a ser un robot autómata, uno que se encuentre conectado al flujo de información publicitaria de consumo y a su vez que suprima sus necesidades básicas en pos de bienes materiales. Y no solo eso, que no se queje de sus privaciones porque ya es considerado ocioso y es ahí donde surge la violencia contra el mismo hombre.

Y como dije desde el principio, es un círculo vicioso que alimenta no solo al sistema económico actual que se basa en el consumo y el endeudamiento, sino ayuda a otros sectores que utilizan este mismo patrón esclavista. Como lo son las áreas de explotación minera, de combustibles fósiles. Que no solo pisotean al hombre como ser pensante sino que destruyen a su vez, al único planeta del cual el humano se siente dueño. No, no solo a ese sistema alimenta. Las grandes corporaciones que no contentas con explotar y hacernos dependientes de su producción, envenenan nuestro cuerpo. ¿Qué alimento que consumimos realmente es completamente natural? ¿Cuáles de los productos no tiene adherido edulcolorantes, glutamato monosódico, y cantidades exorbitantes de azucares refinadas? Todo esto termina en traducirse a enfermedades cardíacas, una epidemia creciente de diabetes, obesidad y con ella sus innumerables padecimientos. Todo esto suena como un sueño conspiratorio mas, pero piensa detenidamente solo esto:

-Realmente necesitas todo lo que compras.
-Crees que tu trabajo define tu personalidad.
-Crees que eres tu trabajo.
-Te queda tiempo para realizar actividades o tener tiempo de calidad con tu familia, después del trabajo.
-Hay algo sano natural dentro de lo que consumes.
-Que es lo que mayormente se exhibe en la televisión.
-Si no existiera el trabajo o no pudieras trabajar, pregúntate cual es el sentido de vivir.
-¿Eres un ser humano?
-¿Qué es un ser humano?

El siglo XXI ha traído consigo sus mejoras pero también ha expuesto la verdadera cara de la sociedad. Hoy es más fácil ver a gente opinando y publicando estados y opiniones. Con este simple detalle es visible el grado inexistente de pensamiento de cada individuo y su nulo uso de la gramática.

El trabajo no solo ha arrebatado el ocio y el pensamiento crítico. Nos ha vuelto zombies retrogradas, analfabetas funcionales. Que bien pueden sentirse orgullosos por ser el empleado más puntual, pueden adquirir el último celular o tablet del mercado, llenar el refrigerador de alimentos chatarra. Pero que sin embargo carecen de discernir entre la palabra “ves y vez”.

Pocos son los hombres con una consciencia real en lugar del egoísmo consumista instalado por el capitalismo. Y aun hoy se preguntan por qué tanta violencia y miseria, cuando es el hombre mismo el que “trabaja” sin descanso por su “bienestar” sin importar los costes y repercusiones de los demás. El hombre siempre será lobo para el hombre, como lo dijo Plauto. “Lupus est homo homini”.  





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